MI VIAJE
Cuando me dijo que teníamos que esperar para marcharnos, sentí una mezcla entre rabia y frustración. Tenía muchas ganas de conocer aquel lugar paradisíaco que renovaba el alma y el espíritu. Había que atravesar un desierto, en el que hacía un inmenso calor, después se cruzaban los frondosos bosques, donde podías encontrar animales de todas las clases que pudieras imaginar. Se decía que allí, en esos bosques, vivían los unicornios, aquellos capaces de dar el don de la magia con sólo rozar al futuro mago. Dicen que cuando ves un unicornio, tu alma se enlaza a su vida y ambos formáis una pareja hasta el fin de su existencia. Dicen que si muere tu unicornio, el mago termina por quitarse la vida. Así les ha sucedido. Por eso yo, cuando me toca atravesar los bosques de Lavanda siempre lo hago en plena luz del día, ya que los unicornios son más sensibles a la luz y tienes menos posibilidades de encontrarte con ellos. Porque me encariño demasiado con los animales. No sé si podría soport...