La Realidad de los Sueños

Jaime. Así se llamaba el hombre que quería saber más sobre ella.
Una lágrima silenciosa rodó por la sonrosada mejilla de Julia. La joven caminaba sin prisa por la Gran Vía de Madrid.
“Te odio, odio todo lo que siento por ti, maldito seas… ¿Por qué? Y ahora no ¿qué hago yo?”. Pensaba acariciándose el vientre mientras fijaba la mirada en el frío suelo.
*****
Por otro lado, un joven rubio de ojos azules caminaba por la calle Princesa de Madrid. Guardaba las manos en los bolsillos del pantalón, acariciando su teléfono móvil.
Su mirada se perdía entre el gentío, pensativo. Su nombre era Kirian Salvatore y no podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder con su hermano. Por mucho que lo daba vueltas, no quería creerlo, aunque ya lo conocía y, para su desgracia, sabía perfectamente que su hermano era capaz de eso y mucho más. Aun así no podía evitar sorprenderse.
Su hermano, mayor que él, siempre lo había protegido, lo había mantenido económicamente hasta el punto en el que Kirian no tuviera que preocuparse de nada. Le debía tanto… Su hermano, Jaime, que ahora lo había traicionado.
El móvil del joven timbró con fuerza desde su bolsillo, interrumpiendo sus pensamientos. Con una lentitud pasmosa buscó el celular y respondió. Ni siquiera miró la pantalla del teléfono, pues ya sabía quién era.
-      ¿Qué quieres? –Preguntó Kirian de mala gana.
-      Hola, hermano, estoy bien, gracias ¿y tú? ¿dónde estás? –Aquella voz de un tono grave y autoritario era la de su hermano, Jaime, acostumbrado a que todos le obedecieran.
-      ¿Y qué te importa? Ya tienes lo que quieres, de modo que déjame en paz.
-      Escúchame bien, Kirian, lo hice por tu bien, no sabes cómo es ella –Se justificó Jaime cambiando el tono de su voz a un tono desalentado.
-      ¿Qué? ¿Y no pensaste en Julia? –Kirian comprobó, por el silencio prolongado de la conversación, que había dado en el clavo- Acaso ¿ya te olvidaste de ése profundo amor que sentía? –
Lo único que Kirian pudo oír fue un molesto silencio continuado. Hasta que fue Jaime quién lo rompió.

-      Julia está muerta para mí, no me vuelvas a mencionar a esa zorra –Sentenció el mayor de los hermanos.
-      Claro, como ahora tienes sustituta…  ¿No tienes remordimientos? ¿Cómo duermes cada noche sabiendo que me has traicionado? –
-      No sabes nada, Kirian –Susurró Jaime, melancólico – Ella se lo buscó y a ti te quiero de vuelta ¡YA! –

Jaime cortó la llamada sin despedirse siquiera. Kirian guardó el teléfono de nuevo en su bolsillo. Ahora que la llamada había finalizado si pudo mostrar sus sentimientos, las lágrimas salieron de sus ojos de manera precipitada, marcando sus mejillas…

Flash Back

-       ¡Ya está! ¡He vuelto! – Gritó Kirian subiendo las escaleras del caserón donde su hermano gozaba de la vida.
El joven iba acelerado, queriendo llegar para darle la noticia a su hermano. Sin más, se fue directo a la habitación de Jaime. Llevaba unos papeles medio arrugados en la mano.

Aquellos papeles referían un importante contrato de una empresa a la que su hermano pretendía estafar. Aquel sería el último trabajo antes de despedirse de él para vivir con Lisa.

Kirian llegó ante la puerta del dormitorio, giró el picaporte con cuidado, en el interior se escuchaban gemidos de auténtica pasión. Él supuso que su hermano tendría un encuentro fogoso con su actual amante, Gabriela… No esperó y abrió la puerta de par en par.
-       ¡JAIME! ¡Aquí tienes tus papeles! –Saludó Kirian mostrándole los papeles, con una sonrisa en el rostro.

Sin embargo, esa sonrisa se le borró al momento del rostro, por la imagen que sus ojos veían.

Kirian meneaba la cabeza de un lado para otro, con incredulidad. No podía creer lo que contemplaba. Su propio hermano, acostándose con Lisa, el amor de su vida. Arrugó aún más los papeles que sostenía, sin importarle que se rompieran. No esperó más, cerró la puerta de golpe, sin darles tiempo a responder, sin darle tiempo a ella a verle…

Fin del Flash Back
 
Kirian no podía recordar, cada día, aquella escena y habían pasado un par de meses, pero todavía escocía la herida. Se llevó la mano al corazón, con los ojos empañados en lágrimas.

Otra escena, otro momento le había vuelto a la mente, cuando Lisa intentaba justificarse en medio de una tormenta, empapándose en plena calle, llorando a lágrima viva: “¡Kirian, escúchame, por favor, todo tiene una explicación, por favor, te lo ruego!”…

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