Sentimientos

 

Me he quedado triste. No puedo creerlo. Por eso necesito escribir y traigo esto.

Seth. Ni siquiera le conocí en persona, pero me había robado el corazón. Era una raza de can corso. Se llamaba Seth. Sí, se llamaba, porque hoy, 16 de octubre, se ha muerto este perrete que tenía robado el corazón a millones de seguidores. Un perro tik toker. Con una cara preciosa, llena de bondad.

Sé que tengo que aceptar que todos vamos a morir. Vivimos la vida, nacemos, pero tenemos una fecha final. No la sabemos cuándo será.

Eso es lo peor. Cuando no te lo esperas.

Como le pasó a Lunerito. Mi gato favorito en el mundo. Murió de repente, aunque ya se iba muriendo poco a poco. Y yo no me lo creía. Veía que hacía cosas raras. Pero no le llevé al veterinario.

No tenía dinero y cuando lo tenía, no quería gastarlo.

Es algo que nunca me perdonaré. No haber hecho hasta lo último por él. Como por Yaky, mi primer perro. No luché por él.

No sé perder. No quiero perder a los míos. Porque me quedo sola en este mundo y solo los tengo a ellos. Y es egoísta. Porque si analizas ese sentimiento es más por mí, que por ellos. Ellos se van, descansan en paz y comienzan un viaje. Y yo, me quedo. Mi cabeza se llena de pensamientos de nostalgia y recuerdos.

No más abrazos.

No más caricias.

No más paseos.

No más dormir a su lado.

Y arrepentimientos. Porque siempre se puede hacer más por ellos. Pero, a veces, no hacemos lo suficiente. Llegamos cansados de trabajar, no nos apetece un carajo sacarle a la calle, o llenarles el cuenco con pienso o agua. Lo hacemos, claro, pero desganados. Sin asumir que ese tiempo tiene fecha de caducidad. Cuando se acaba, no hay más, ya tienes el tiempo para dedicarlo a ti.

Me he metido en Instagram y se me ha roto el corazón. Ese perrito se ha ido al cielo y nos ha dejado un vacío. Sobre todo, a su familia. Los míos, están bien, jugando entre ellos, cuando se cansan, se tiran al suelo a dormir. Hasta que les dé de cenar. Los miro y lo pienso: “Algún día dejaréis de estar”.

Precisamente, llevo días que cuando los saco a pasear voy más nerviosa y les regaño más a menudo, porque me tiran para ir a oler. Me siento mal, porque no me gusta. Al final ni ellos, ni yo, disfrutamos del paseo y se acaba acortando.

A lo mejor por eso me he metido en Instagram.

Para verlo y darme cuenta de que un día llegaré del trabajo o mi madre me llamará dándome una noticia que no quiero escuchar.

He leído algo sobre la muerte, anécdotas del Más Allá, y creo en ello firmemente. Sí, pienso que hay algo ahí detrás que nos impide ver. Creo en Dios, también. Aunque el otro día no le supe defender cuando debatí con un compañero la biblia. A pesar de que los argumentos de él dejaban mucho que desear. Pero me bloqueé.

Creo que un día nos encontraremos, en el juicio final. Además, los buenos se van antes que las personas que han cometido crímenes peores y eso sé que significa algo, pero aun no he dado con la clave. En cuanto dé con ella, prometo compartirlo.

El otro día me enteré de que se había muerto uno, al día siguiente cayeron dos más, y hoy, la pérdida que más me duele. Porque amo a los animales. Ellos te regalan su amor, sin esperar nada a cambio. Solo estar contigo. No te traicionan.

Y eso no lo valoramos.

Solo cuando es demasiado tarde. 

Porque ellos no son mascotas, son algo más.

Comentarios

Entradas populares de este blog

DESTINO... O NO

La Realidad de los Sueños

Mi versión de Piratas del Caribe, el cofre del hombre muerto (Romántica)