Entre Sueños



"La noche caía a través de las montañas. La inmensa luna brillaba en su plenitud, sola en el gran cielo celeste, reflejado por el tranquilo oceano que se extendía allá en el horizonte.

Las luces de la casa estaban apagadas. La única iluminación que dejaba entrever siquiera algo del interior eran las luces de las farolas. El reloj de cuco del salón marcaba las doce de la noche, con razón ni un alma caminaba por las calles.

Elizabeth miraba a través de la ventana de su habitación. Su familia dormía, todos dormían... Ella no podía hacerlo. Vestía un camisón azul claro de raso, que terminaba en sus finas rodillas. Su pelo rubio caía sobre su espalda anudado en una cola de caballo. Sus ojos miraban más allá de las montañas, contemplaban la enorme luna llena.

"Vendrá". Aquel era su único pensamiento.

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Las fuertes y gruesas patas del animal se movían con gran agilidad por el inmenso bosque de pinos. Se trataba de un inmenso lobo gris con manchas, difusas, negras. Los ojos del lobo eran azules, pero con luna llena se volvían del color de la sangre: ávidos de ira.

El lobo buscaba su presa. Tenía hambre. El estómago le rugía y no podía aguantar más. Necesitaba carne, una gran cantidad de carne.

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Elizabeth desvió su mirada del ventanal. Salió de su pequeña habitación y se dirigió hacia la cocina. Bajó las escaleras, que eran altas y, ciertamente, algo empinadas. Caminaba a oscuras, agarrándose a la barandilla de las escaleras. Ella seguiaba bien en la oscuridad y no tenía problema de caer.

Llegó a la planta baja de la casa. Cruzó el salón, en dirección a la cocina, que se situaba al otro lado. Fue entonces cuando oyó un ruido. Un crujido de unas ramas cuando se las ha pisado. Elizabeth permaneció quieta donde estaba. Su respiración se volvió más entrecortada y pausada. Notaba una respiración fuerte detrás, en la misma nuca. Recorriéndole la espina dorsal. La joven no era tonta, sabía que alguien esperaba cualquier acción de ella para lanzarse y Dios sabe qué cosa pretendía hacerle... Lentamente se giró, descubriendo en la oscuridad unos brillantes ojos rojos.

"Eres tú". Susurró la joven manteniendo una apariencia de pura tranquilidad. Lo conocía, gracias a los sueños, sabía que no la haría nada... O eso creía.

El licántropo la contemplaba con dureza. La chica era bella, su hermosura deslumbraba en plena oscuridad nocturna. Enseguida supo que ella era su presa, a la que buscaba, a la que deseaba... Sin más dilación, se avalanzó sobre ella, sin darle tiempo a reaccionar, cayendo ambos al suelo...

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Buenas noches, aquí estoy. No he tenido una buena semana, por eso he tardado en actualizar. Pero ya me encuentro mucho mejor. Espero que os haya gustado, me he inspirado en Sookie y Alcide, de True Blood, una gran novela y serie de vampiros, licántropos... No se olviden de dejar un comentario, por favor.

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