Mi versión de Piratas del Caribe, el cofre del hombre muerto (Romántica)

“David Jones sonreía despectivamente, mientras se llevaban a la muchacha.
- ¡Espera, por favor! Déjame despedirme – Suplicó la joven. El capitán del Holandés Errante la miró un momento detenidamente.
- Si ¿por qué no? – Asintió emitiendo una suave risa gutural.
Lisa se acercó hacia el capitán Jack Sparrow. Con los ojos empañados en lágrimas.
- Te voy a extrañar,… Toma – Susurró entregándole una bolsa sin que los demás la vieran – Quiero que lo tengas tú –
Antes de que pudiera despedirse, el capitán del Holandés Errante la empujó hacia el interior de la bodega
- Bueno, querido Jack, cuando saldes tu deuda conmigo, volverás a estar con ella, ahora lárgate.
Jack se marchó con gesto neutral. Pensando en el momento en el que tuviera que saldar su deuda de sangre. El joven Capitán tenía la vista fija en el horizonte, mientras en la mano sostenía una bolsa en cuyo interior había un collar de piedras preciosas moradas y blancas.
Unos ojos azules oteaban el horizonte con las lágrimas a punto de caer de ellos. La muchacha no podía creer lo que le había sucedido y, allí estaba, encerrada en una de las bodegas de su padre. La separaba de él, todo por una estúpida deuda, y por ser quién realmente era. Sus profundos ojos vislumbraron el intenso cielo azul ennegrecido bañado por las brillantes estrellas.”

- Jack, dónde quiera que estés, te encontraremos – Se dijo para sí William Turner apoyado en la barandilla del barco. Elizabeth se acercó a él y le miró suavemente. Habían pasado unos días muy difíciles, habían pasado por temperaturas, desde muy frías a demasiado calurosas. Pero merecía la pena, para recuperar a un viejo amigo.

El Capitán Barbosa tenía sus propios planes, no iba en busca de Jack porque su tripulación necesitaba que los guiara en su búsqueda sino que sus intenciones eran otras, necesitaba a Jack porque sin él no podrían liberar a Calipso, la diosa del mar. De tal manera que liberándola pudieran vencer la guerra que se avecinaba.
Mientras Barbosa observaba en la lejanía, una joven de aspecto cansado era arrojada con furia sobre lo que parecía la arena de la playa. David Jones la miraba con recelo.
- ¡No quiero volver a verte jamás! ¡Y nunca permitiré que él te encuentre!... – El Capitán del Holandés Errante bajó su tono de voz, para que sólo ella pudiera escucharle – Además, si yo fuera tú ya no lo esperaría, porque él ya no se encuentra en el mundo de los vivos –
- ¿¿¿QUÉ LE HAS HECHO??? – Gritó ella arrojándose sobre aquel hombre lleno de tentáculos. Éste emitió una suave risa gutural.
- No le he hecho nada que él no se hubiera buscado.
- ¡MENTIRA! ¡TE ODIO, INFAME! – Exclamó la joven golpeándole en el pecho.
- Podrás odiarme, pero eso ya me da igual, saliste a tu madre.
- Te juro que si le has hecho algo,… - Amenazó la joven, levantando el dedo índice. David Jones la agarró de las muñecas y las apretó con fuerza.
- No hay amenazas que valgan la pena por ese, pirata de tres al cuarto, más te vale que seas buena o si no tendré más piedad de la que ya he tenido contigo.
La soltó y de un empujón la hizo caer a la tierra. Después se marchó, Elizabeth, lentamente, se levantó y observó el lugar donde la habían desterrado. Era una ciudad, no había nadie, era un pueblo fantasma. Nadie lo habitaba.

El inigualable Jack Sparrow deambulaba por la proa de su barco cuando sintió que algo no iba bien. Pero él no podía hacer nada, estaba confinado en otro lugar ¿muerto? Tal vez, pues no creía que hubiera sobrevivido al enorme cracken.
- Lizzy, Lizzy, fue bueno conocerte – Sonrió irónico.