NO ES TAN FÁCIL...

No creía que fuera a ser capaz de hacerlo. Sin embargo allí estaba, haciendo el checkin en el aeropuerto de ese gran viaje a Los Ángeles. Me había propuesto viajar fuera de España y montar por primer vez en mi vida en avión. Era una meta que no creía que fuera a cumplir, más lo había conseguido. Pues desde que dejé de verle, era muy difícil seguir adelante con mi vida. Ya que él era mi mundo y ya no estaba conmigo... Por culpa de...

Eran las 21:30 p.m. y mi avión salía a las 23:05, de modo que decidí meterme en el burguer a comer algo, mientras llegaba la hora de embarcar.

Los nervios se acrecentaban en mi estómago. Estaba muy nerviosa y no sabía por qué, no tenía motivos. Sí, era mi segundo viaje fuera de España, pero el primero en avión, aunque muy en el fondo sabía la respuesta: aquello no era lo correcto. Estaba huyendo. Gastándome lo que no tenía en ese maldito viaje, para no verle más la cara, buscar una oportunidad fuera de un país que adoraba, pese a sus múltiples defectos. Enfrentándome a la soledad de estar en otro lugar sola, sin nadie que me apoyara.

Porque nadie sabía de ese viaje. No había querido decírselo a nadie. Sabía que me lo impedirían, más era una locura.

Mi móvil empezó a sonar, claro, es normal que te llamen cuando has quedado con tus amigos y no te presentas. No contesté. Tampoco cesaron las llamadas. Y, mi amigo, que me conocía bien, insistía una vez y otra, y otra... Hasta que pulsé el maldito botón verde.

- Dime... -respondí como si la cosa no fuera conmigo.

- ¿Se puede saber qué te pasa? ¿Por qué no contestas a mis llamadas? Y ¿ por qué no estás aquí? -A él no podía engañarle, pero lo intenté.

- Es que no me encuentro bien, me duele la cabeza -mentí, mordiéndome el labio inferior, rezando que no me descubriera.

- Eso se lo dices a otro, que a mí no me la cuelas ¿qué te pasa, Sandra?

- ¡Sandy! -una voz surgió desde lejos, en el mismo aeropuerto de Barajas.

Rápidamente me giré en busca de alguien que gritaba ese nombre prohibido para todos, excepto para él.

- ¡Sandra! ¿quieres contestar? -mi amigo, Javier, procuraba a hacerse eco de mis pensamientos, por supuesto, no sabía cuán distraída estaba yo en ese momento por lo que acababa de ver.

Eric corría hacía mí con la mano alzada, pero ¿qué hacía él aquí? ¿cómo sabía que yo...? Permanecí completamente inmóvil. No sabía qué hacer, no podía esconderme porque ya me había visto. Y además era tontería ¿no? Por un momento quise que la tierra me tragara, desaparecer del mapa,  Más no podía, de hecho, continué como una idiota, mirándole embelesada.

- ¿Qué haces aquí? -se me ocurrió preguntar, colgando la llamada de mi amigo automáticamente.

Esperé hasta que Eric llegó a mí, tomó aire -lo cual apenas fue mucho- me rodeó la cintura con sus brazos y me besó apasionadamente. Dejándome en shock. Me quedé con los brazos abiertos, sin llegar a rozarle, sin saber si abrazarle, porque al beso ya le estaba respondiendo...

El tiempo pareció detenerse, más no me importaba, porque en ese momento era feliz y no deseaba que terminara. Había pasado tanto, que me resultaba extraño vivir aquello. Más tanto mantener la distancia, me costaba hacerme a la idea de lo que estaba sucediendo. Cuando quise darme cuenta, él finalizó aquel intenso beso y me miraba  con una sonrisa. Me acarició la mejilla y suspiró.

- Lo siento, perdón por llegar tarde, yo...

Rápidamente le puse un dedo en los labios, impidiéndole que siguiera hablando y negué con la cabeza. Volví a besarle, olvidándome todo lo que me había llevado a estar en el aeropuerto. Ahora no importaba nada ni nadie. Esta vez sí le abracé, tan fuerte, como si fuera a escaparse de un momento a otro. Porque no quería que se marchara, es más, ojalá se fuera conmigo a ese viaje.

De repente, lo recordé: el viaje. A las 23:05 salía mi avión y debía marcharme o lo perdería. En aquel momento supe que tenía que elegir: irme para siempre de su vida o quedarme con él y quién sabe si estaríamos juntos mucho tiempo.

Me separé de él de nuevo y le miré fijamente a los ojos, buscando la decisión acertada en ellos...

¿Qué haría ahora?


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