NEVER - Capítulo 6º "Nos hemos vuelto a encontrar"
*** ¡Hola! Siento la tardanza, pero con las Fiestas Navideñas, las entradas de las novedades editoriales y también que una servidora posee la maldición de la gripe, pues había olvidado que os dejé a medias con mi fanfiction sobre Twilight. Espero que os guste el capítulo, no os olvidéis de comentar, por favor. Recuerdo que los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, excepto Gabrielle que es de mi cosecha... Sin más os dejo leer... ---------------------------------------------------
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Edward abrió los ojos, confuso y desconsolado. Se
encontraba encima del diván de su dormitorio, intentó incorporarse, pero unas
finas manos lo retuvieron.
- No, Edward, ten cuidado, por favor –sugirió una
dulce voz que provenía a su derecha- ¡Carlisle! ¡Ha despertado!–
Nada más mencionar su nombre, Carlisle ya se situaba
junto a su hijo, tomándole de la muñeca, comprobando las pupilas doradas del
joven vampiro.
-
Bella, por favor, ve con Esme, la he dejado bastante
nerviosa –pidió Carlisle para así poder quedarse a solas con el muchacho.
Aunque
la joven morena no quería apartarse de él, no desistió y bajó al primer piso,
junto a la esposa de Carlisle. Tal y como decía su marido, Esme permanecía
sentada en el sofá, balanceándose de delante hacia atrás sin poder disimular
sus nervios.
Bella
se sentó a su lado y le pasó el brazo por detrás, rodeando los hombros. Ni
siquiera dijo nada, la vampira necesitaba alguien que pudiera esperar junto a
ella, alguien que le acompañara en un momento tan duro como aquel. La joven
albina notó en los claros ojos de la mujer que, de haber sido humana, habrían
derramado lágrimas hasta saciarse.
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Mientras
tanto en la habitación de él, Carlisle miró a Edward con gesto serio, suspiró y
se sentó a los pies del muchacho, en el diván.
- No entiendo, estás bien,
enfermedades ninguna, de hecho tu condición como vampiro las reniega todas y de
pronto… Caes en redondo en un sueño del que tardas días en despertar, hijo mío
¿qué es lo que pasa? –el vampiro de trescientos años contemplaba a Edward sin
comprender– Esto se me escapa de las manos–
- No sé –Negó el joven meneando la
cabeza de un lado a otro, confundido– Es algo muy extraño–
- Estoy ansioso porque me lo cuentes –Rogó
Carlisle.
- Verás, últimamente he tenido… ¿Visiones? No sé si debiera definirlo
así, digamos que he tenido sueños con mi pasado.
- Eso no puede ser… -afirmó Carlisle
inclinándose más sobre el joven.
- Ya lo sé, mis recuerdos de cuando
era humano desaparecieron según me convertía en vampiro, y así fue… Hasta
ahora.
- ¿Quieres decir que recordaste? –Carlisle
seguía sin entender lo que Edward le relataba.
- Sé que es difícil de creer, pero
recordé… Recordé a Gabrielle –confesó
el vampiro más joven.
- ¿Gabrielle?
¿ella es…?
- Gabrielle
fue la chica que me robó el corazón hace mucho, mucho tiempo… Ella era mi
prometida.
Edward
se echó hacia atrás en el diván, con la atenta mirada de su padre, Carlisle.
Edward rememoró el dulce
rostro de ella.
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Lejos
de allí, en una vieja casita sin apenas iluminación, un joven; moreno de piel, de
pelo negro como el azabache y bastante musculoso; se arrodillaba ante la joven
que yacía en el sofá, inconsciente.
La
joven tenía la frente perlada de sudor. Tenía una pesadilla, porque su
respiración se notaba agitada. Sam dejó sobre la frente de la joven un paño
humedecido. En el momento en el que dejaba el paño, los ojos de la joven rubia
se abrieron de par en par, con expresión asustada.
-
¿Qué
ha pasado? –preguntó ella incorporándose y mesándose el cabello.
-
No sé,
te desmayaste de pronto ¿estás enferma? –quiso saber el Secuestrado Hechizado.
La
joven lo miró pensativa ¿enferma? No, hacía mucho tiempo que no caía enferma, porque
su cuerpo no lo aceptaba. Sino que había estado soñando, había sido un sueño
demasiado real. Había vuelto al pasado y le había vuelto a ver. Por un momento
se le ocurrió que quizás fuera un buen augurio, creyó que aquel sueño
significaba que ambos se volverían a encontrar. Y si era así ¿cómo? ¿Morirían
de una vez por todas? Su alma abandonaría su cuerpo y se reencontrarían en el
infierno.
Gabrielle
se levantó del sofá sin mirar a su fiel admirador. Se puso la mano sobre el
mentón, acariciándolo suavemente. Pensando en lo que le había sucedido. No
entendía nada ¿por qué se había desmayado? Hundiéndose en aquel sueño,
reencontrándose con su pasado… Entonces se dio cuenta, aquel chico, al que
había encantado con su magia, la miraba incrédulo.
- Vuelve a tu habitación… Enseguida
estaré contigo –susurró ella mirándole con dulzura.
Sam,
hechizado, se levantó del sofá y se acercó a ella. Tenía la mano alzada, en
forma de cuchara, a punto de rozar la pálida mejilla de ella.
- No.
- Pero ¿por qué? –Sam parecía
perplejo.
Gabrielle
se limitó a mirarle con gesto serio. Se volvió a él con una mirada brillante,
en sus ojos azules se podía distinguir la frialdad y el odio concentrados.
Sam
se quedó mudo y permaneció quieto en el sofá. Mientras Gabrielle desaparecía a
su habitación a pensar en lo que le había sucedido.
“¿Qué me ha pasado? ¡Nos hemos
vuelto a ver!, aunque era en sueños, sueños ya vividos”...
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